Una amplia gama de quesos para hostelería

Los quesos son productos gastronómicos que han estado presentes en Europa a lo largo de la historia. Italia, tercer productor de la UE, ofrece alrededor de 52 quesos con D.O.P., mientras que Francia destaca por su tradición con una oferta muy extensa: 45 quesos con D.O.P. y 9 quesos con I.G.P. Ambos países son reconocidos por su riqueza quesera y son referentes en el mundo gastronómico.

Son muchos otros los países de nuestro continente donde puedes encontrar una gran cantidad de I.G.P. y D.O.P. En Makro disponemos de una amplia variedad de quesos internacionales en nuestra oferta, incluyendo quesos italianos como el Parmigiano Reggiano, el Gorgonzola o el Pecorino, y quesos franceses como el Brie, el Roquefort o el Camembert. Además, somos tu proveedor de queso mozzarella, un producto imprescindible en la cocina de muchos establecimientos de hostelería.

Introduce en tu carta la oferta de productos veganos y adapta tu negocio a las nuevas tendencias del mercado. Un porcentaje cada vez mayor de personas es intolerante a la lactosa y otras muchas prefieren prescindir en su dieta de alimentos de origen animal. Los productos veganos, con símil a queso, son la mejor opción para aquellos clientes que quieren seguir disfrutando de un sabor parecido al queso pero de una manera sostenible.

Sabrosos, sanos y con diferentes opciones de preparación (se pueden lonchear, gratinar y fundir y los puedes utilizar en bocadillos, tostadas, pizzas, pastas, ensaladas), la línea de productos veganos Makro nace como respuesta a una necesidad de mercado. Los productos veganos son saludables ya que no tienen lactosa, alérgenos ni conservantes, están fabricados con aceite de coco y contienen vitamina B12. ¡Descubre nuestros tipos cheddar en lonchas y en bloque, mozzarella en bloque y rallada y el Prosociano rallado y sé fiel a tu estilo de vida!

¡Ofrece a tus clientes su plato favorito cuidando siempre del planeta!

Las cientos de variedades de queso dependen de la procedencia de la leche con la que se elaboren, nivel de grasa, tiempo y tipo de curación… sin embargo, el proceso de elaboración básico es muy similar. Este proceso es fundamental para la creación de un plan de negocio para una quesería artesanal, donde se deben considerar todos estos factores para garantizar la calidad del producto final y satisfacer las necesidades del mercado.

• Obtención y recepción de la materia prima: de los diferentes animales (vaca, oveja, cabra…). La leche se almacena a baja temperatura para impedir el crecimiento microbiano.
• Pasteurización: se somete a un tratamiento térmico para destruir microorganismos patógenos y enzimas no deseados. En el caso del queso fresco o quesos elaborados con leche cruda se omite esta fase para conservar toda la flora microbiana “autóctona”.
• Inoculación de cultivos: se incorporan cultivos de bacterias lácticas (como el lactobacillus) para favorecer la fermentación, así como sales de calcio.
• Cuajado: en esta etapa la leche pasa de estado líquido a sólido. La coagulación puede ser de diferentes tipos: ácida, enzimática (cuajo) o mixta.
  
  
• Corte (desuerado): separación de la cuajada para retirar el agua y obtener el queso. Si se trata de quesos frescos ya estarían listos; únicamente es necesario darles forma y colocarlos en cámaras frigoríficas con una humedad adecuada a cada tipo.
• Oreado: en cámaras especiales con una temperatura y humedad concretas (entre 13-15 ºC y 75% de humedad relativa). En caso de quesos con cortezas blandas o mohosas este proceso no es necesario.
• Maduración: una fase fundamental en la que el queso irá adquiriendo sus características y matices a nivel de textura, sabor, color, olor y aspecto. Los cambios dependen del tipo de leche, así como del tipo de coagulación, el desuerado, el tiempo de maduración y sus condiciones, que puede ser en ambientes naturales (como es el caso de las cuevas del Cabrales) o en cámaras especiales. 

Un almacenaje adecuado del queso repercute en su conservación y, por lo tanto, en su sabor, olor y textura. Para ello es importante tener en cuenta que la forma de hacerlo depende de cada tipo de queso, prestando especial atención a la temperatura.

• Temperatura: los quesos curados son los que soportan temperaturas más elevadas, entre 8-12 grados, por eso pueden almacenarse fuera de la nevera en una bodega fresca, seca, sin grandes oscilaciones térmicas y en las que no dé la luz solar. En caso de no contar con este espacio, lo recomendable es la nevera, en la que también deben ir el resto de quesos. Los semicurados requieren de entre 4 y 8 grados, mientras que los frescos una temperatura por debajo de los 4 ºC. Respecto a estos últimos, como el feta, el cottage, el requesón o el ricotta, hay que tener en cuenta que su fecha de caducidad es de solo unos días una vez abiertos.

• Embalaje: otra cuestión fundamental para conservar bien el queso ya que el frío de la nevera puede resecarlos. Si las piezas no se han empezado las dejaremos con su envoltorio original. En caso contrario podemos utilizar tapers herméticos, queseras o cubrir la superficie del corte con papel de aluminio o film (no apretando mucho para que no se recaliente). Una opción para que no se reseque ni salga moho es humedecer el corte con aceite de oliva, el cual actuará de antioxidante.